"Educación. La agenda del siglo XXI: Una meta, un balance, un camino".
Por: Hernando Gómez Buendía: Director Ejecutivo. Trabajo en asocio con la Unesco.
ANÁLISIS POR RAÚL DE J. ROLDÁN ÁLVAREZ
Sábado, 13 de octubre de 2006
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1. Primer momento: “Sobre la temática del texto”
a. ¿Cuál es la tesis o propuesta(s) del autor?
En el texto se propone dar cuenta de los resultados derivados del esfuerzo educativo en los países latinoamericanos y del Caribe en las tres últimas décadas, establecer los quehaceres inconclusos y las tareas emergentes conforme a las nuevas realidades que enfrenta dicho escenario y, por último, fijar los cambios que deben adelantarse en la concepción y la gestión del sistema educacional para el logro de dichos quehaceres y tareas.
b. ¿Cómo se desarrolla el esquema argumentativo del texto?
b.1. Contextos históricos: Momentos de la Educación vistos desde la concepción de Estado:Pese a las muchas peculiaridades nacionales entre los países Latinoamericanos y del Caribe, pueden distinguirse cuatro “momentos” sucesivos que sintetizan la concepción educativa de estos y las tareas que llevaron a cabo en tal sentido. Hernando Gómez Buendía los caracteriza, así:
1. El momento “colonial”: Infundir lealtad a la metrópoli, adoctrinar al nativo en la fe cristiana y mantener la segregación ocupacional entre colonos y colonizados.
2. El momento “republicano”: Pensó en la escuela como constructora de la identidad y unidad nacionales y como formadora del nuevo “ciudadano” (así la ciudadanía no fuera universal o fuera desigual para las varias clases sociales). Siguió a la Independencia.
3. El momento del Estado “Benefactor”: La educación se concibe como un derecho de gran valor económico y laboral, la escuela pública se masifica, se expanden la formación técnica y la postsecundaria, florece el intervencionismo y se agiganta el aparato educativo del Estado, con el propósito de fortalecer la naciente industria, acelerar los procesos de urbanización y estimular la movilización política de los estratos medios.
4. El momento “neoliberal”: La globalización y la crisis fiscal de los estados nacionales los lleva a adelantar en el sector de la educación una serie de reformas, entre las que se encuentran: búsqueda de eficiencia, desregulación, descentralización, “focalización” y participación.
b.2. El balance general y específico.
Aunque las concepciones educativas y tareas adelantadas en cada uno de los “momentos” anteriormente mencionados, arrojan resultados en grado distinto en los países Latinoamericanos y del Caribe conforme a peculiaridades, en el texto se expresan y sintetizan algunos esfuerzos educativos en común que se presentan entre los mismos. Dichos resultados, son los siguientes:
Ø Población familiarizada con códigos de la modernidad.
Ø Un amplio contingente de mano de obra calificada o semi-calificada. Y
Ø Unas elites entrenadas en la “alta inteligencia”; esto es, en la creación de saber científico-tecnológico y en su aplicación al progreso de nuestras sociedades. Frente a este sintético balance general, informa el sociólogo Gómez Buendía, que los resultados específicos arrojados son menos optimistas. Los mismos se resumen, así:
> La educación temprana o pre-escolar, decisiva como es para la vida, sigue siendo privilegio de muy pocos.
> Las tasas de escolaridad básica han mejorado más por efecto del descenso en la presión demográfica que por el aumento de los cupos.
> Los índices de deserción y repitencia son penosamente elevados, y las (escasas) mediciones de calidad habrían de ser motivo franco de alarma.
> La escuela básica dejó atrás a los grupos vulnerables: el campesino, el indígena, el marginado urbano, la mujer de clase baja, apenas si alcanzan unos pocos años de educación efectiva. Ø El machismo de la cultura atraviesa también las aulas.
>La secundaria se debate en una crisis de identidad: ¿formar para la universidad o formar para el empleo inmediato? - mientras más y más adolescentes perciben su propia vida como el no futuro.
> Los sistemas de formación técnica suelen tener poca cobertura y muestran síntomas de obsolescencia.
> La matrícula universitaria tiende a crecer en desorden y en proporción aparentemente inversa a sus niveles de exigencia académica.
> Y así, el gasto creciente del Estado se ha traducido en más altos costos unitarios sin clara contrapartida en la calidad y aún con impactos más y más regresivos sobre la distribución del ingreso.
b.3. El Diagnóstico.
De este se desprende que América Latina y el Caribe entran al s. XXI con problemas del s. XIX. Los componentes de dicho Diagnóstico, son los siguientes:
b.3.1.1. Causas del diagnóstico:
Ø La relativa debilidad de lo público; es decir, el predominio de las agendas particulares y estamentarias sobre la racionalidad colectiva.
Ø Aún con importantes variantes nacionales, el entrecruce de tales agendas - por lo demás legítimas si se las mira de modo aislado- ha tendido a ahogar el proyecto público en educación - la escuela universal de calidad -.
Ø Para resumir las agendas de cada sector: las clases altas se despreocuparon de la escuela pública (pues sus hijos estudian en planteles privados o en el exterior), mientras las clases medias desviaron el esfuerzo estatal hacia modalidades de alto costo unitario (la vocacional, la universitaria) antes de haberse logrado la escuela básica universal.
Ø Los políticos a menudo practican el clientelismo educativo (que es expropiar lo público en favor del cliente) mientras los gobernantes a menudo incurren en el populismo (que es expropiar el futuro común en aras de la popularidad de un funcionario).
Ø Los docentes tienden a encerrarse en sindicatos puramente reivindicativos, mientras los padres de familia tienden a marginarse de la escuela y a exigirle apenas que les “guarde” a sus hijos durante unas horas.
Ø Las agencias y organismos multinacionales sobrevenden a veces sus propias modas, mientras los planificadores y técnicos del sector suelen aislarse en su racionalidad presuntamente incontaminada. Y así, la gestión educativa transcurre con un gran ausente: la acción organizada y vigilante de la ciudadanía, el interés público, o sea, el genuino interés del público.
b.3.2. Problema general de carácter estratégico que se desprende del diagnóstico:
¿Formación “de punta” para unos pocos o formación masiva pero mediocre? Este Informe cree dar respuesta a este problema y demostrar cómo es posible enfrentarlo.
b.3.3. Meta:
Nuestros sistemas educativos tienen ahora que responder a una doble exigencia:
Ø Acabar de cumplir la vieja promesa de la modernidad: una escuela efectivamente universal y efectivamente educadora.
Ø Preparar nuestras sociedades para el desafío pluralista de la post-modernidad y para su integración exitosa a la “aldea global”, caracterizada por industrias y procesos productivos cuyos insumos críticos son la información y el talento creador.Se dice en el informe que “el hecho de que ambas exigencias sean simultáneas, explica la disyuntiva de las políticas educacionales en América Latina y el Caribe”.Por tanto, la meta es: Educación universal de calidad, formación buena y para todos.
b.4. El camino:
Ø Profundizar en el interés público: Enfrentar la doble tarea educativa que tienen retrasada los países Latinoamericanos y del Caribe, haciendo posible una política y una gestión arraigada en unos pocos principios orientadores, entre los cuales está la consolidación de la capacidad de cambio institucional y el entronizamiento de una escuela para todos y educadora para el saber pertinente de este siglo.
Ø Educar, tarea de todos: La educación debe ser un proceso abierto y constante, que vincule y comprometa a todas las personas, los estamentos y las instituciones en la búsqueda de un sistema escolar -desde la “guardería” infantil hasta el postgrado – que se tenga como presupuesto fundamental e irrenunciable. De aquí, que la educación debe ser un derecho y un deber de todos: Para crecer como persona y servir como ciudadano, cada uno de nosotros está obligado a cultivar al máximo sus potencialidades, a hacer de la propia vida un empeño permanente de aprender.
Ø Educar, la prioridad: Educar es lo primero. Porque la educación es condición de la cultura, la libertad y la dignidad humanas: es la clave de la democracia política, el crecimiento económico y la equidad social. Porque es nuestro pasaporte individual y colectivo hacia el mañana, lo cual significa que la educación ha de ser primera entre las preocupaciones públicas y primera entre los esfuerzos nacionales. Significa, a su vez, que la educación ha de ser objeto de consensos sociales amplios y duraderos. Y es imperativo, en consecuencia, que al sector se le den todos los recursos necesarios para cumplir, pero se le quiten todos los pretextos para desperdiciar.Ø Educar para el cambio: Porque el cambio es la única constante del siglo en que vivimos, educar hoy es educar para el cambio. No el aprender por aprender, sino el aprender a aprender. No la solución a los problemas, sino la capacidad de resolver problemas. No la repetición, que es cierta, sino la libertad, que es incierta. No el dogmatismo, sino la tolerancia. No la formación para el empleo, sino la formación para la empleabilidad. No la educación terminal, sino la educación permanente, la educación arte y parte de toda una vida.
Ø El Estado, un papel claro: Las acciones y subsidios del Estado deben apuntar hacia tres objetivos bien precisos: educar al más pobre, costear los bienes que la iniciativa privada no produciría por sí sola, y asegurar unainformación transparente acerca de las distintas opciones educativas. Esto implica cambios bastante drásticos en la asignación tradicional de los gastos y de los costos, en la secuencia convencional de soluciones educativas, en los papeles y la habitual organización interna del aparato educativo.
Ø Lo importante es el resultado: Hay que pasar de una vez a la gestión por objetivos. Lo esencial no son los aparatos: son las funciones. No es la enseñanza: es el aprendizaje. No es instruir: es educar. No es el maestro: es el alumno. No es la burocracia: es el aula. No es el reglamento rígido y abstracto: es la escuela concreta y viviente. De suerte que el Estado no puede seguir reducido a proveer los insumos: tiene que responder por los productos. Las soluciones educativas no pueden seguir siendo acartonadas: tienen que escoger los métodos que sirvan mejor a cada una de sus grandes categorías de usuarios. La autoridad no puede seguir residiendo tan lejos de los problemas: los medios y la responsabilidad deben confiarse a quien mejor pueda controlar los resultados. El Ministerio, la escuela y el aula no pueden seguir siendo una “caja negra”: tiene que haber sistemas de evaluación y de información creíbles, amplios y permanentes acerca de los agentes, el proceso y los resultados del sistema en cada nivel. Por sobre todo, la gente tendrá que decidirse a cuidar lo que es suyo: sin participación y veeduría ciudadana no hay para qué o a quién rendirle cuentas. Aunque los anteriores principios valen tanto para la educación como para el sistema educativo, es importante distinguir entre estos dos conceptos. La educación como se dijo, es una práctica social que se extiende a una gran variedad de instituciones. El sistema educativo está integrado por escuelas, colegios o liceos, universidades y otras instituciones formal y fundamentalmente dedicadas a la tarea de educar. Las recomendaciones de este Informe - porque quieren ser específicas y operativas - conciernen sobre todo al sistema escolar o educativo. Pero de entrada debe quedar claro que la responsabilidad de educar bien, tanto como las culpas por mal educar, no se reducen a la escuela. Y a la inversa: el sistema escolar cumple ciertas funciones extraducativas (dar empleo a miles de maestros, “guardar” millones de infantes...) que a menudo interfieren con su labor primordial: formar para la vida y el trabajo creador. En efecto, al sistema escolar se le asignan tres papeles principales: la educación básica o formación general de los niños y jóvenes, la preparación para el trabajo y el entrenamiento para la ciencia y la tecnología. Hay una cierta tendencia a suponer que se trata de un proceso piramidal, donde la escuela primaria daría acceso a la “cultura general”, la escuela media capacitaría para oficios y la universidad prepararía para la ciencia. Pero esta ecuación es simplista y peligrosa: estamos en realidad ante tres vectores de aprendizaje simultáneo, entrelazado y continuo, donde a cada tramo y a cada modalidad del sistema le corresponden énfasis particulares y concatenados. Las tareas específicas que debe realizar cada sistema educativo dependen, naturalmente, de cuáles sean los logros y los faltantes en el país respectivo. Con todo, al mirar al conjunto de América Latina y el Caribe, se destacan ciertas urgencias generalizadas en cuanto hace a la educación básica, a la capacitación laboral y a la formación de la “alta inteligencia”.
Ø Educación temprana para los más pobres: El atraso infantil es el gran transmisor de la pobreza de una generación a la siguiente. Para romper este círculo de hierro es preciso atender las necesidades mínimas de nutrición, salud y desarrollo psicosocial de todos los niños en edad pre-escolar. Los programas deben dirigirse primero a los más vulnerables – como decir infantes en hogares marginados, incompletos o sostenidos por una mujer-. Según cuales sean la posibilidad nacional y las características de los usuarios, dichos programas pueden adoptar una gama amplia de modalidades y estrategias, formales o no formales, en centros educativos, comunitarios o en los hogares: lo que importa es el resultado.
Ø Educación para igualar las oportunidades: El principio de equidad exige darle más al que arranca con menos. Por eso el Estado debe compensar la desventaja inicial de los marginados, y nada encarna mejor esa desventaja que el tener menos educación básica o educación básica menos buena. La identidad de los “marginados” varía con los países, pero por lo regular se trata del pequeño campesino, el indígena, el afro-americano, el trabajador informal urbano y la mujer pobre. Los subsidios han de llegar primero a estos grupos, con un esfuerzo deliberado para contrarrestar su desventaja: jornada escolar más intensa, mejores docentes y apoyos enriquecidos de aprendizaje, reconocimiento explícito de la dimensión étnica, social o de género en el currículo y en la metodología de la enseñanza.
Ø Educación básica integral: La escuela básica es obligatoria en todos los países y en todos ellos debe ser universal. Pero no basta con ocupar un pupitre durante algunos años: el educando debe lograr un cierto cúmulo de destrezas, de saberes, de actitudes y de valores. Los necesarios para seguir aprendiendo: lectura, escritura, expresión oral, cálculo, razonamiento lógico y espacial, apreciación estética, capacidad de interpretar y criticar audiovisuales..... Los necesarios para convivir: no agredir al otro, saber interactuar, decidir en grupo, cuidar de sí mismo, cuidar del entorno... Los mínimos necesarios para un trabajo típico del s. XXI: bilingüismo, habilidad matemática y de lectura correspondientes al menos al noveno grado, habilidad para solucionar problemas que conlleven la formulación y prueba de hipótesis, habilidad para el trabajo en equipo... Los necesarios para entender y disfrutar la ciencia y la tecnología: Un pensamiento crítico, que sea capaz de poner orden en la experiencia dispersa y sea capaz de revisar una y otra vez sus propios supuestos.Ø Educación básica de calidad: La mayoría de los latinoamericanos y caribeños que pasan por la escuela básica realmente no adquieren los aprendizajes mencionados atrás. Este es el gran vacío de la calidad, que se vuelve más acuciante a medida que avanza el “siglo del conocimiento”. El aprendizaje depende de diversos factores, muchos de los cuales pueden ser controlados desde el propio sistema educativo. Para señalar las cuatro “claves” mejor establecidas:
(a) Un maestro motivado y bien calificado;
(b) Materiales y apoyos que faciliten y enriquezcan el proceso;
(c) Una jornada escolar más asidua, más extensa y, sobretodo más intensa, y
(d) Una escuela eficaz, es decir, creativa y autónoma, donde los insumos y los procesos se subordinen deliberada y ordenadamente al aprendizaje.
Las diversas políticas especializadas - de personal, de dotaciones, de reparto de competencias, de “ingeniería organizacional”....- pueden y deben apuntar a estas varias claves.
Ø Más escolaridad promedia: Pese a la expansión sustancial de la matrícula, la población de América Latina y el Caribe está subeducada: 4.85 años de escolaridad media frente a 8.65 entre los “tigres” de Asia o aún * en los países de la OECD (y esto, sin contar que en el mundo desarrollado un año significa 900 horas de asistencia a la escuela, mientras el promedio en nuestra región no pasa de 600 - 700 horas). La escolaridad media de la población aumentará como consecuencia directa de las cuatro políticas ya descritas a saber: la apertura masiva del preescolar para los niños más pobres, la escuela básica preferencial para los marginados, y las ganancias en retención y no repitencia que seguirán al aprendizaje integral y al mejoramiento de la calidad. Si bien, otra vez, las estrategias deben responder a la situación de cada país, los ejercicios de simulación para el conjunto de América Latina y el Caribe sugiere que en 20 años nuestra población trabajadora podría tener 11 o 12 años de escolaridad media, con invertir apenas medio punto un punto adicional del PIB, que, además, se pagaría con creces durante los años subsiguientes.
Ø Rejuvenecer la secundaria: La adolescencia es el tiempo de la búsqueda; por eso, la secundaria o escuela media debe ser un espacio para la exploración, el lugar donde cada joven prefigure los distintos futuros que pueden ser el suyo. Así, en vez de la vieja ambigüedad entre formar a los de arriba para una carrera universitaria y a los de abajo para un empleo modesto, la secundaria debe proveer a todos una buena educación general y la posibilidad de que todos ensayen actividades “preuniversitarias” y “prelaborales” hasta encontrar aquella que mejor consulte sus intereses y habilidades personales.
Ø El maestro, un profesional: Los maestros de América Latina y el Caribe por lo general se debaten entre la proletarización y la profesionalización. Para eso hay que adoptar los criterios propios de las comunidades profesionales, tales como: respeto por el maestro, reclutamiento exigente, salarios competitivos, libertad de criterio, alzas en función de los logros, ascenso por mérito, estímulos simbólicos, constante actualización, y evaluación por parte de los usuarios.
Ø Formar para el trabajo, una empresa duradera: Los oficios del s. XXI son cada vez más complejos y cada vez más exigentes. Enhorabuena: son oficios más humanos. Pero el horizonte que la revolución laboral está abriendo a la educación es también su gran desafío: pasar de lo repetitivo a lo creativo, de lo particular a lo generalizable y de lo rutinario a lo incierto. Esto significa entender la formación laboral como una secuencia que parte de ciertos aprendizajes básicos, pasa por ciertas destrezas generales y luego por habilidades más específicas,para rematar - ya fuera de la escuela- en el entrenamiento exacto para el oficio exacto. Con tres implicaciones directas sobre el sistema educativo. En primer lugar, la educación para el trabajo ya no es un compartimiento aislado: ahora recorre todos los tramos del sistema, y por eso en el preescolar, en la escuela básica y en la secundaria deben desarrollarse los aprendizajes laborales básicos que fueran dichos. En segundo lugar, la universidad debe auto-reconocerse como una institución que educa para el trabajo, no apenas para el prestigio. En tercer lugar, la educación no concluye al recibir el último diploma: es una tarea vitalicia, un reciclaje permanente donde las empresas y las escuelas comparten y se reparten el ayudarnos a aprender - y, cuando sea necesario, también a desaprender -.
Ø A nuevas ocupaciones, nuevas formaciones: El empuje de la revolución laboral sobre los sistemas nacionales de “formación profesional” es aún más apremiante. Por una parte, la educación específica para aquellos oficios clásicos de la era industrial pierde vigencia cada día; ahora se precisan destrezas más flexibles y más susceptibles de aplicación en contextos novedosos. Por otra parte, las empresas diversifican sus demandas de capacitación y también proliferan las ofertas educativas buenas, malas o regulares - con la resultante confusión del mercado -. A la primera exigencia, (flexibilidad) responde bien el enfoque de “formación por competencias” (en vez de la vieja formación por oficios): el trabajador competente aprende (mientras su colega calificado “sabe”), conoce una “familia” tecnológica (no apenas un oficio), comprende (el otro ejecuta), decide (su antecesor obedecía) y produce resultados (el de antes ponía los medios). A su turno, el “sistema de formación para el trabajo” vendría a atender la segunda exigencia (ordenamiento del mercado): los distintos oferentes de capacitación coordinan sus programas, bajo orientación del Estado y alrededor de información confiable, actualizada y completa.
Ø Racionalizar la educación superior: El crecimiento veloz de la matrícula y la creciente diversificación de carreras, programas e instituciones de educación superior son dos logros muy destacados de nuestros sistemas educativos; y, sin embargo, el desorden que ha acompañado a esta expansión redunda en desmedro de la eficiencia, de la equidad y de la calidad. Para corregir el rumbo, conviene reconocer que distintas “universidades” de hecho cumplen distintos propósitos sociales, y, por tanto, merecen distinto tratamiento por parte del Estado. Conviene revisar los criterios y mecanismos para la asignación de subsidios y el cobro por servicios, en forma tal que se elimine el desperdicio y la filtración hacia los grupos más pudientes. Y conviene adoptar un sistema de acreditación respetable y respetado, para que los usuarios sepan a ciencia cierta qué se les está ofreciendo.
Ø Un espacio vital para la ciencia y la tecnología: La investigación científica y tecnológica necesita de un cierto clima institucional, académico y financiero. A veces ese clima se encuentra fuera del sistema educativo: por eso hay tanta investigación (y buena investigación) en institutos o empresas ajenos al sistema. Pero la universidad -para no confundir: un cierto tipo de universidad - sigue siendo el hogar privilegiado para la ciencia - o, en todo caso, debe volver a serlo -. Para ello se necesita preservar el compromiso de los programas graduados, y en especial el doctorado, con los más rigurosos cánones de la investigación. Se necesita elevar en serio la inversión nacional en ciencia y tecnología, y asignar - sobre todo - los recursos en función estricta de la productividad académica. En fin, se necesitan las “señales correctas”, los estímulos, exigencias y apoyos que hacen más probable la apuesta improbable del investigador: la apuesta de descubrir o inventar algo nuevo bajo el sol.
Ø Educación de la alta inteligencia: Navegar en la aldea global será una tarea que exige muy altos niveles de “inteligencia social” esto es, capacidad organizada del país para adaptarse a un mundo que cambia rápidamente, lo cual supone adquirir y procesar información sumamente compleja, para tomar decisiones que aseguren el aprovechamiento óptimo de cada coyuntura. La alta inteligencia conlleva una ética de aceptación de la verdad, de responsabilidad, de compromiso con el bien público por encima de los intereses particulares o sectoriales, de respeto invariable por los valores universales encarnados en los derechos humanos y en la práctica de la justicia. Por eso es necesario desarrollar el pensamiento crítico y estimular la actitud científica desde la primera escuela y a lo largo de toda la vida educativa. La universidad, en particular, tiene la obligación de formar esta alta inteligencia, ora para que impulse el avance de nuestras sociedades en materia de ciencia y tecnología, ora para que aplique la criba del pensamiento crítico y la ética de la inteligencia a la conducción cultural, política, económica o social de nuestros países.
c. ¿Cuáles son las conclusiones que propone el autor, el texto o la teoría?
1. Los países de Latinoamérica y del Caribe, en función de lo educativo, entran al siglo XXI con problemas del siglo XIX, tales como el de la carencia de una escuela efectivamente universal y educadora (ideal de la modernidad). Y, en segundo lugar, una deficiencia en la preparación de sus sociedades para el desafío pluralista de la post-modernidad y para su integración exitosa a la “aldea global”, caracterizada por industrias y procesos productivos cuyos insumos críticos son la información y el talento creador.
2. El esfuerzo educativo desarrollado por los países en mención, arroja los resultados generales y comunes que siguen: Población familiarizada con códigos de la modernidad; Un amplio contingente de mano de obra calificada o semi-calificada y unas elites entrenadas en la “alta inteligencia”; esto es, en la creación de saber científico-tecnológico y en su aplicación al progreso de nuestras sociedades.
3. El informe concluye que existen numerosas debilidades específicas tanto en la concepción de la educación como en los sistemas educativos de los países Latinoamericanos y del Caribe, las cuales se sintetizan en las siguientes: La educación temprana o pre-escolar, decisiva como es para la vida, sigue siendo privilegio de muy pocos; las tasas de escolaridad básica han mejorado más por efecto del descenso en la presión demográfica que por el aumento de los cupos; los índices de deserción y repitencia son penosamente elevados, y las (escasas) mediciones de calidad habrían de ser motivo franco de alarma; la escuela básica dejó atrás a los grupos vulnerables: el campesino, el indígena, el marginado urbano, la mujer de clase baja, apenas si alcanzan unos pocos años de educación efectiva; el machismo de la cultura atraviesa también las aulas; la secundaria se debate en una crisis de identidad: ¿formar para la universidad o formar para el empleo inmediato? - mientras más y más adolescentes perciben su propia vida como el no futuro; los sistemas de formación técnica suelen tener poca cobertura y muestran síntomas de obsolescencia; la matrícula universitaria tiende a crecer en desorden y en proporción aparentemente inversa a sus niveles de exigencia académica; y así, el gasto creciente del Estado se ha traducido en más altos costos unitarios sin clara contrapartida en la calidad y aún con impactos más y más regresivos sobre la distribución del ingreso.
4. La meta que propone el informe es educación universal de calidad, formación buena y para todos.
5. El camino posible para alcanzar dicha meta que publicita el informe, es el siguiente: Gestión por objetivos en el campo de la educación; la educación debe ser un proceso abierto y constante, que vincule y comprometa a todas las personas, los estamentos y las instituciones; la escuela básica debe ser obligatoria en todos los países y en todos ellos debe ser universal; aplicar las cuatro “claves” para una educación de calidad:
(a) Un maestro motivado y bien calificado;
(b) Materiales y apoyos que faciliten y enriquezcan el proceso;
(c) Una jornada escolar más asidua, más extensa y, sobretodo más intensa, y
(d) Una escuela eficaz, es decir, creativa y autónoma; se debe aumentar los 4.85 años de escolaridad media teniendo en cuenta que países como los denominados “tigres” de Asia cuentan con un promedio de 8.65 entre y es mucho mayor en los países de la OECD; la secundaria debe proveer a todos una buena educación general y la posibilidad de que todos ensayen actividades “preuniversitarias” y “pre-laborales” hasta encontrar aquella que mejor consulte sus intereses y habilidades personales; adoptar los criterios propios de las comunidades profesionales, tales como: respeto por el maestro, reclutamiento exigente, salarios competitivos, libertad de criterio, alzas en función de los logros, ascenso por mérito, estímulos simbólicos, constante actualización, y evaluación por parte de los usuarios; entender la formación laboral como una secuencia que parte de ciertos aprendizajes básicos, pasa por ciertas destrezas generales y luego por habilidades más específicas, para rematar - ya fuera de la escuela- en el entrenamiento exacto para el oficio exacto; flexibilizar los currículos, o sea, entronizar el enfoque de “formación por competencias” y ordenamiento del mercado para el “sistema de formación para el trabajo”; conviene reconocer que distintas “universidades” de hecho cumplen distintos propósitos sociales, y, por tanto, merecen distinto tratamiento por parte del Estado, conviene, igualmente, revisar los criterios y mecanismos para la asignación de subsidios y el cobro porservicios, en forma tal que se elimine el desperdicio y la filtración hacia los grupos más pudientes y, así, conviene adoptar un sistema de acreditación respetable y respetado, para que los usuarios sepan a ciencia cierta qué se les está ofreciendo; se necesitan las “señales correctas”, los estímulos, exigencias y apoyos que hacen más probable la apuesta improbable del investigador: la apuesta de descubrir o inventar algo nuevo bajo el sol; y, por último, alta inteligencia con ética de aceptación de la verdad, de responsabilidad, de compromiso con el bien público por encima de los intereses particulares o sectoriales, de respeto invariable por los valores universales encarnados en los derechos humanos y en la práctica de la justicia, para alimentar la “inteligencia social”.
2. Segundo momento: “Sobre el proceso de lectura”
2.a. ¿Qué nuevas ideas descubrió? ¿Qué necesidades, inquietudes o preguntas surgieron a partir de los planteamientos?
2.a.1. En el apartado intitulado “el Camino”, con el cual se pretende describir el rumbo que dirige al cumplimiento de las metas, se dice que “hay que pasar de una vez a la gestión por objetivos”. Al respecto de dicho tipo de gestión, Fernando Sánchez Albavera informa que para “promover cambios sustantivos en los estilos de gestión pública. El eje de la cuestión no radica en la planificación estratégica sino en la operativa. [Que] no existe un nexo eficaz entre ambas y [que] dicha articulación sólo es posible si se implanta una "gestión pública por objetivos". [Pero que esto se da, si existen] "democracias exigentes" y éstas sólo existen cuando hay ciudadanos y organizaciones informadas”. En este sentido, la inquietud que me queda es ¿cómo vamos a “pasar de una vez a la gestión por objetivos” cuando los ciudadanos de Latinoamérica y el Caribe no sólo cuentan con Democracias imperfectas y un sistema organizacional poco claro en el campo de la educación sino que los mismos, como en el caso de Colombia, cuentan con apenas 5.5 años de educación en promedio? ¿Cómo pensarse, entonces, que nuestros ciudadanos puedan, en estas condiciones, estar informados y las organizaciones preparadas para una gestión por objetivos que articule, tanto, una planeación estratégica como una indispensable planeación operacional, para el logro de resultados sustanciales si quiera en el mediano plazo?Si entendemos la Administración del conocimiento “como un conjunto de procesos por los cuales una empresa u organización recoge, analiza, didactiza y comparte su conocimiento entre todos sus miembros con el objetivo de movilizar los recursos intelectuales del colectivo en beneficio de la organización, del individuo y de la Sociedad”, pensaría, entonces, que en vez de incursionar en una gestión por objetivos nos comprometiéramos, inmediatamente, en una gestión por procesos, pues las causas del Diagnóstico, el balance de logros generales y específicos expresados en el informe, nos están orientando en esta dirección. Al fin y al cabo, y esta probado, los problemas de operación de nuestras organizaciones radican fundamentalmente en una carencia de calidad en los procesos tanto en lo atinente a investigación, información, extensión e innovación en los distintos escenarios en donde la educación es un soporte para la productividad de lo que no es propio. Además, no estamos partiendo de ceros, se debe evaluar de manera clara qué de nuestra cultura es lo que realmente se debe potenciar y cualificar para ser puesto en un mercado internacional como fortaleza que identifique a nuestros países o, de lo contrario, estamos destinados a ser factura, maquila, de lo que otros hacen y a no mostrar la necesidad de lo que aquí se hace. Lo importante, no es pensar que estamos tecnológicamente atrasados en relación con otros países, sino tener en cuenta que la tecnología tiene una relación directa con lo que se pretende producir con marca de identidad y los procesos indispensables y específicos para dicha producción. Ha de tenerse en cuenta que si producimos lo que los otros producen estamos sometiendo nuestros países a una competitividad desventajosa; lo fundamental —en función de lo estratégico— sería evitar esto, y aunar por un sistema global en donde lo colaborativo sea el principio para la disminución de las diferencias entre los países. De aquí, que para llegar a una gestión por objetivos, es fundamental preguntarnos primero, ¿si vamos a producir lo que otros producen o si vamos a negociar internacionalmente lo que la cultura local puede ofrecer? Si vamos a ofrecer lo nuestro —para evitar dicha competitividad frontal—, entonces, se debe reconvenir todo lo dicho en relación con la educación, la tecnología y el empleo en este informe, porque la necesidad de una gestión por procesos nos permitiría fundar una nueva dinámica en los mercados internacionales, en donde la calidad de lo que nosotros producimos y los países desarrollados no producen y les es necesario, sería la nueva base de negociación, en un marco de mayor colaboración y respeto por la diversidad cultural. Es mi opinión que la globalización de los mercados no es negativa en sí, lo que la hace negativa es el principio de competitividad en la que se establece y que posibilita el irrespeto por las peculiaridades productivas y las diferentes maneras de abordar los problemas que nos aquejan como un todo. Es así como para un sistema industrializado, el contar con recursos naturales no significa sino pobreza, un factor de la producción y nada más. Pero si Latinoamérica y el Caribe logran evitar este sofisma de distracción de las economías industrializadas, y convierten sus inmensos recursos naturales en una nueva base para la producción de servicios y bienes indispensables para la supervivencia, entonces es porque nuestra educación fue orientada de modo diferente y el manejo del comercio internacional se dio con premisas distintas a las de la competitividad y, por tanto, el tipo de ciudadano que erigimos no responde a la rivalidad de los mercados con rivalidad sino con solidaridad, sentido de humanidad y respeto por la producción de otros.En síntesis, el Informe esta establecido sobre el principio de competitividad, el cual se vuelve permisivo para las estrategias y políticas educativas de Latinoamérica y el Caribe y propone una gestión por objetivos que está en contravía con lo que diagnosticado y lo que fija como balance, cuando no nos hemos preguntado claramente si los objetivos son los nuestros o los de los otros en el marco de una economía global y por el tipo de educación que se requiere para el logro de nuestros propios objetivos, si es la elección.
2.a.2. Los distintos momentos por los que ha transitado la educación en Latinoamérica y el Caribe, develan una planeación del sistema educativo sustentada en la implementación de demandas externas sin asegurar primero un adecuado diagnóstico que permita prospectar los impactos de las innovaciones o las reformas. De aquí, que lleve a pensar que la historia de los fracasos educativos de dichos países, se da por cuenta de un desconocimiento sucesivo de los caminos adelantados, los cuales se vuelven a transitar ya sea por la preservación de unos intereses de orden político o económico, ya, por una corrupción generalizada del aparato institucional.
2.a.3. Algunas de las metas planteadas en el informe, tales como la implementación de la gestión por objetivos, debieron haber sido ser complementadas, dado que el talento perseguido y que es base del desarrollo en la “época del conocimiento”, no obedece siempre a metodologías cerradas que persiguen objetivos de corto y mediano plazo, cuando son de largo plazo.
2.a.4. De las propuestas se derivan interrogantes cuyas respuestas se vuelven tautológicas, entre ellas “¿Educación de “punta” para unos pocos o educación masiva pero mediocre?” O cuando se plantea en el informe una “universalización con calidad” de la educación en beneficio del fortalecimiento del empleo, sin contar con los inmensos problemas de violencia, acumulación del sistema financiero, problemas de distribución de tierras, de deuda externa a parte de los de corrupción, inflexibilidad para el cambio por parte de las instituciones que si son mencionados en el informe. Igualmente, hablando desde el punto de vista de la administración, no se aclara como enfrentar factores de “amenaza” que no están bajo el control de los Estados, y que afectan necesariamente el desarrollo de una propuesta de cambio en el sistema educativo de estos países (tratados internacionales, transferencias tecnológicas y otros).
2.b. ¿Qué ideas se hace necesario citar del texto?
2.b.1. “La secundaria se debate en una crisis de identidad: ¿Formar para la universidad o formar para el empleo inmediato? - mientras más y más adolescentes perciben su propia vida como el no futuro.”
2.b.2. “La escuela básica dejó atrás a los grupos vulnerables: el campesino, el indígena, el marginado urbano, la mujer de clase baja, apenas si alcanzan unos pocos años de educación efectiva.”
2.b.3. “(...)La investigación científica y tecnológica necesita de un cierto clima institucional, académico y financiero. A veces ese clima se encuentra fuera del sistema educativo: por eso hay tanta investigación (y buena investigación) en institutos o empresas ajenos al sistema. Pero la universidad -para no confundir: un cierto tipo de universidad - sigue siendo el hogar privilegiado para la ciencia - o, en todo caso, debe volver a serlo.”
2.b.4. “La globalización y la crisis fiscal de los estados nacionales los lleva a adelantar en el sector de la educación una serie de reformas, entre las que se encuentran: búsqueda de eficiencia, desregulación, descentralización, “focalización” y participación”.