30 de noviembre de 2010

"Estamos criando vagos"... Por César Mella Mejías - Psiquiatra Dominicano


Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela. Se levantan irritados, pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono, viendo tele o conectados a la internet.

No se ocupan de que su ropa esté limpia y, mucho menos, ponen un dedo en nada que tenga que ver con 'arreglar algo en el hogar'.

Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles 'defectos' a sus padres, a los cuales acusan a diario de que 'están pasaos'.
No hay quién les hable de ideologías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo saben todo.
Hay que darles su 'semanal' o mesada, de la que se quejan a diario porque 'eso no me alcanza'.
Si son universitarios, siempre inventan unos paseos de fin de semana que lo menos que uno sospecha es que regresarán con un embarazo o habiendo fumado un pito de marihuana.
Definitivamente, estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aun el día en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndoles.
Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 16 y los 24 años y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos, constituyen un verdadero dolor de cabeza.
¿En qué estamos fallando?
Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta, el orgullo reiterado es que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y repartidores de diarios; otros llevábamos al taller de  costura la ropa que elaboraba nuestra madre o teníamos un pequeño salario en la iglesia en donde ayudábamos a oficiar la misa cada madrugada.
Lo que le pasó a nuestra generación es que elaboramos un discurso que no dio resultado:
“¡Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé!”
¿Usted por qué tiene lo que tiene? Porque le costó esfuerzo, sacrificios. Y así es que se aprende a valorar los esfuerzos de los padres: No acostumbrando a nuestros hijos a recibir todo por obligación.
Nunca conocieron la escasez, se criaron desperdiciando: A los 10 años ya habían ido a Disney World, dos veces; cuando nosotros a los 20, no sabíamos lo que era tener un pasaporte. El 'dame' y el 'cómprame' siempre fue generosamente complacido y ellos se convirtieron en  habitantes de una pensión con todo incluido, (TV, Dvd, Equipo de sonido, Internet; comer en la cama y recogerles el reguero que dejan, porque siempre se les hace tarde para salir)… Y luego pretendemos exigir o preguntarnos, por qué nuestros hijos se aíslan, por qué no comparten con nosotros… por qué cualquier cosa es mejor que sus padres o una actividad familiar.
¿Quién les suministró todo eso a nuestros hijos? Nosotros mismos, solitos y sabiendo que no estaba bien.
Al final, se marchan al exterior a la conquista de una pareja y vuelven al hogar divorciados o porque la cosa 'se les aprieta' en su nueva vida…
Por eso los que tienen hijos pequeños, pónganlos los domingos a lavar los carros y a limpiar sus zapatos, a ganarse las cosas. Un pago simbólico por eso, puede generar una relación en sus mentes entre trabajo y bienestar.
Las hijas mujeres deben desde temprano aprender a manejar el hogar para que entiendan la economía doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles, y porque ellas tienen una conciencia más amplia del orden y la prosperidad del hogar.
La música metálica, los conciertos, la tele, la moda y toda la electrónica de la comunicación han creado un marco de  referencia muy diferente al que nos tocó; por esto, ellos se aprovechan de nuestra supuesta desinformación para salirse con la suya.
De aquí, que estemos forzados a revisar los resultados: si fuimos muy permisivos o si, sencillamente, hemos trabajado tanto, que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las domésticas, en un medio ambiente cada vez mas deformante, y si, supuestamente, por nuestro cargo de conciencia por no compartir mucho tiempo con ellos, estamos subsanado este problema con cosas materiales.
Ojalá, que este mensaje llegue a los que tienen 'muchachos chiquitos', pues ya los abuelos pagaron la transición.

[i] Dr. César Mella Mejías: Médico Psiquiatra. Profesor de Psiquiatría y Bioética en la Facultad de Ciencias de la Salud en UASD y UNIBE. Vice-presidente APAL.

Observación: Se sumaron algunos conectores y algunos términos para alimentar la cohesión del texto y se restó una que otra palabra, cuidando no variar el contenido, el estilo y el sentido del texto. Puede cotejarse con el texto referido en esta entrada, para quien esté interesado en el original.

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